Cuando caridad y calidad se unen: la profesionalización al servicio del amor

Publicado el 11 de junio de 2025, 14:05

Gran parte de mi vida me he movido en ambientes pastorales, y me he dado cuenta de algo: cuando se trata de ayudar al prójimo, a menudo lo hacemos con el corazón, pero sin detenernos a pensar si lo estamos haciendo de la manera más efectiva. ¿Qué pasaría si uniéramos esa buena voluntad con un enfoque más estratégico y profesional? Este artículo explora precisamente eso, y cómo aplicar la calidad en nuestro servicio puede hacer una diferencia real en la preparación de las parejas para un "para siempre" más alcanzable.

¿Alguna vez te has preguntado si estamos realmente preparando a las parejas para el "para siempre" de la mejor manera? En muchas ocasiones, en el día a día como cristianos y como agentes de pastoral, nos mueve la profunda convicción de servir. Pero, ¿estamos siempre ofreciendo lo mejor? La profesionalización no es una palabra ajena a la fe; al contrario, es una herramienta poderosa para multiplicar nuestra caridad y asegurar que nuestro esfuerzo tenga un impacto real y duradero. No se trata de burocracia, sino de eficiencia al servicio del amor.

 

Un ejemplo claro lo vemos en la preparación prematrimonial. Recuerdo a un sacerdote, profesor de Derecho Canónico, que nos recalcaba la urgencia de procesos serios para el sacramento del matrimonio. Nos decía: "falta un planteamiento serio de qué vamos a hacer para que las parejas realmente sean conscientes del misterio al que están entrando". Y es que muchas causas de nulidad se originan en la falta de madurez y preparación; a menudo, se ve el matrimonio más como un evento social que como un profundo compromiso de vida.

Fue acompañando a novios y matrimonios en consultoría que confirmé algo que no es ajeno a muchos: existen patrones de conflicto muy comunes que, si no se abordan, pueden llevar a la separación. Lo más revelador es que estas señales, con frecuencia, aparecen desde el noviazgo, ¡justo cuando hay más oportunidad para trabajar en ellas! Esa observación me impulsó a crear un programa de preparación para el matrimonio que fuera más allá de las pláticas rápidas, buscando una profundidad real.

Sin embargo, no siempre es fácil. Cuando presentamos nuestra propuesta en una parroquia, no fue aprobada por el temor a "lo extraño", sin dar espacio al diálogo o a conocer el contenido. Pero, lejos de desanimarme, esta experiencia fortaleció mi convicción: una pastoral que quiera responder de forma profesional a los desafíos actuales debe considerar el impacto social y la medición de resultados. No basta con la buena intención o con solo sumar actividades; es vital entender las necesidades, los dolores y los anhelos de aquellos a quienes buscamos ayudar. ¿De qué sirve dar muchos cursos prematrimoniales si no sabemos cómo contribuyen realmente a construir relaciones sanas y conscientes y a reducir el número de corazones heridos?

 

Hoy, se critica a organizaciones por sus agendas, pero muchas de ellas, aunque no compartan nuestra visión, son expertas en reportar su impacto y en movilizar recursos. A veces, la Iglesia espera apoyo "solo por ser Iglesia", sin una clara visión de lo que realmente estamos logrando. Medir el impacto no es solo una necesidad práctica; es, en sí mismo, un acto de fe. Es reconocer que hemos sido dotados de inteligencia y creatividad para hacer las cosas, y hacerlas de la mejor manera posible. En cada oportunidad de profesionalización se esconde un profundo deseo de servir y de contribuir a la construcción del Reino con excelencia. Después de todo, ¿no sería esto también una forma elevada de caridad?

 

George - @jmoralesfam

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